El Banco Central Europeo advierte que en España continúan las malas prácticas bancarias. Se deben cambiar las tornas y conseguir que sean los bancos los que se vean en la desagradable tesitura de tener que pleitear ante una nueva sociedad protegida de sus malas prácticas.

Lo que nos faltaba por oír. ¿De qué ha servido tanto reproche judicial, nuevas leyes, supervisiones más duras de los vigilantes del sistema financiero? A tenor de lo advertido por la máxima autoridad europea, de poco, por no decir nada.

Tantas ruinas provocadas por vender Cajas de Ahorro y Bancos,  productos tóxicos y derivados, tanta pérdida de ahorro, inversión y tanta ejecución hipotecaria, vulnerando y saltándose a la torera las entidades financieras, las directivas que una y otra vez reprochan el Tribunal de Luxemburgo a nuestro país. ¡Qué vergüenza!

Seguramente, en esta actividad frenética y furiosa regulatoria del BCE donde al final se establece que en caso de la bancarrota son los depositantes los que deben asumir la pérdida de sus depósitos, lo más eficaz sería criminalizar en nuevos preceptos del Código Penal cuando esas prácticas sean de tal calado que provocan ruinas en la economía y en la sociedad.

Además, desde luego sería más que saludable que el BCE dispusiera de una policía propia capaz de denunciar rápidamente ante la justicia determinadas acciones del sistema financiero que permitieran rápidamente recuperar, de un fondo creado, determinadas prácticas que, por su obviedad, la administración y gobierno del fondo tuviera facultades inmediatas de indemnización disponiendo las entidades financieras del acceso a la justicia. Hay que cambiar las tornas y que sean los bancos quienes se vean en la desagradable tesitura de pleitear.

 

Juan Ignacio Navas