Mientras en el Parlamento Europeo se están pensando lo de reactivar y revitalizar el sistema de titulización de activos propuesto por la Comisión y el Banco Central Europeo, las entidades de crédito siguen haciendo uso de esta herramienta para intentar paliar y hacer limpieza en sus balances.
Historia de las titulizaciones de créditos
Durante la crisis mundial acontecida durante los años 2006-2008 con las famosas “hipotecas subprime”, las entidades de crédito acudieron al uso de las llamadas “titulizaciones” con el fin de diversificar los préstamos previamente calificados como “de dudoso cobro”.
Ahora bien, durante los últimos tiempos esta herramienta de la titulización, que consiste básicamente en la venta a un tercero de los derechos de crédito de miles de deudores hipotecarios, ha vuelto a cobrar vida y fama.
Ha sido la gigante compañía de capital de inversión Blackstone quien ha abierto esta nueva alternativa, con el fin de que los bancos apremien la limpieza de sus balances, y ello mediante la colocación de titulizaciones de créditos reestructurados.
Blackstone se une, por primera vez, a la moda de las titulizaciones: pretende vender parte de los activos y que se corresponde con hipotecas problemáticas –concretamente 265 millones- que compró a la entidad Catalunya Banc el pasado 2015, por un valor nominal superior a los 6.000 millones de euros.
Titulización de préstamos hipotecarios problemáticos
A pesar de que se suele identificar las titulizaciones con préstamos hipotecarios problemáticos, la realidad nos ha demostrado que las entidades de crédito se han dedicado a titulizar y ceder créditos, ya sean “problemáticos” (o de dudoso cobro) o no. A modo de ejemplo, la antes referida Blackstone ha incorporado la herramienta de la titulización para aquellos préstamos hipotecarios que se llevan pagando más de 37 meses seguidos (entendiéndose entonces que son “activos de alta calidad”).
La misma agencia Moody’s estima que las entidades financieras cuentan con más de 100.000 millones de euros en créditos problemáticos, refinanciados o reestructurados (principalmente todo ello préstamos hipotecarios), que podrían arrojarse al mercado mediante la famosa titulización. Este hecho viene presionado por las exigencias del Banco Central Europeo de reducir y limpiar los balances y mejorar la rentabilidad de las entidades europeas.
Bonos de titulización de activos
Así, el uso de la titulización deja de ser un contrato o cesión bilateral entre una entidad financiera y se ha convertido hoy en día en un instrumento más con el que las entidades financieras intentan ofrecer una rentabilidad. Y el mayor ejemplo es la comercialización de los llamados bonos de titulización de activos (asset-backed securities), los cuales son un tipo de producto muy novedoso en nuestro país, y su garantía está en el préstamo hipotecario al que va referenciado o relacionado.
Consiste, a grandes rasgos, en que una entidad financiera convierte una serie de créditos y préstamos hipotecarios en una emisión de bonos. Así, el prestatario del préstamo está pagando los intereses de los tenedores de los bonos así como devolviéndoles el capital invertido.
A pesar de que es un activo muy barato y suele tener un alto grado de flexibilidad, no debemos olvidarnos que es un producto que entraña un cierto riesgo, que no deja de ser el riesgo de que el prestatario deje de pagar su préstamo hipotecario. Y más cuando nos movemos en un entorno y coyuntura económica en la que los tipos de interés están y van a seguir estando en negativo.
Más ejemplos de titulización de préstamos en la Unión Europea
Otro reciente ejemplo del uso de la titulización es la que está anunciando el que era uno de los mejores bancos europeos, el Deutsche Bank, el mismo que lleva meses cayendo en bolsa a consecuencia de las deudas que su situación financiera genera entre inversores. Para intentar aplacar la confianza de los inversores, la entidad alemana está estudiando titulizar miles de millones de hipotecas en préstamos corporativos en una operación con el objetivo de aligerar el riesgo de su balance. En otras palabras, intenta trasladar el riesgo a sus inversiones a través de una obligación de deuda garantizada.
Por el momento, deberemos esperar a ver qué ocurre con los más de 2,4 billones de euros que llegó a sumar el mercado europeo de titulizaciones (básicamente provenientes de entidades españolas e italianas) antes de la crisis de las hipotecas subprime.