derecho bancario

Desde siempre los ingleses han intentado hacer su propio camino, ser los “diferentes” de la Unión Europea. Y ahora que por fin han conseguido deshacerse del lazo económico – jurídico que le unía con el espacio europeo, el panorama empieza a ponerse negro (y no me refiero al cielo, que de normal ya lo está en Inglaterra).

Hasta hace relativamente poco, se hablaba del Brexit como una nueva oportunidad para el Reino Unido. No obstante, cada día más expertos – e incluso miembros del gobierno – consideran que sería conveniente hacer un nuevo referéndum con el fin de poder reconsiderar una revocación del referéndum, y que UK se quede en la UE.

Las repercusiones todavía no se han materializado, pero ya son muchas las previsiones de los expertos que determinan que estas repercusiones, precisamente buenas, no serán.

El core de UK es el sector de la banca. Todo el mundo conoce la famosa “City of London”, lugar de encuentro diario de inversores y empresarios; y también uno de los sectores que se verá más afectado. De hecho, son muchas las entidades financieras las que ya están buscando nueva sede, como es el caso de Deutsche Bank, que ya ha decidido que se traslada a Frankfurt, descartando así la posibilidad de venirse a la capital española.

Por su parte, Bank of America, Morgan Stanley o Citigroup y el británico Barclays, están ultimando detalles para ir instalado filiales dentro de países de la Unión Europea.

En el siguiente cuadro recuperado de una noticia reciente de CincoDías, medio con el que suelo colaborar a través de artículos, se hace un análisis muy gráfico –por entidades financieras- de la repercusión que tendrá, medido a través de pérdida (o desplazamiento) de puestos de trabajo, el Brexit en la City, veámoslo:

brexit

Un total de 40.000 empleos de banca es lo que puede llegar a perder, en los próximos años, el Reino Unido, de formalizarse el Brexit con todas las consecuencias jurídicas que ello significa: una desconexión total.

Y es que se tiene que tomar como referencia el peor de los escenarios, que en este caso sería que el Reino Unido perdiera el acceso al mercado único y a todas las repercusiones que ello significaría.

El pasado 3 de agosto el Bank of England publicó el informe de inflación y en él, tal como se esperaba, hace unas consideraciones sobre el previsible –y a la vez incierto- impacto del Brexit en la economía inglesa.

Según el mismo banco de Inglaterra, el Brexit y las incertidumbres relacionadas con ello hará, probablemente, que se reduzca el crecimiento de las inversiones. Y menciona una encuesta reciente de la CBI en la cual destaca que dos quintas partes de los encuestados afirma que el Brexit afectada negativamente sus decisiones de inversión.

El informe también destaca la decisión de grandes empresas- no solamente bancarias- en reubicar elementos de su actividad a otros países europeos, con el fin de mitigar cualquier impacto adverso derivado del Brexit.

Las perspectivas para la productividad también serán sensibles a cómo las compañías anticipan y responden a los acuerdos comerciales post-Brexit entre el Reino Unido y sus socios económicos.

Sigue siendo difícil conocer la naturaleza, la escala y la velocidad del ajuste de las empresas, tanto en previsión de cambios en los acuerdos comerciales futuros como ante la incertidumbre que rodea a esos acuerdos; y es probable que esas incertidumbres conduzcan a una menor inversión en equipo de capital, e investigación, y por lo tanto podrían influir en el crecimiento general de la productividad, -y añade – al menos durante un período.

La libra esterlina ha caído un 2% desde mayo 2017, situándose actualmente un 18% por debajo de su máximo de finales de 2015. Este descenso refleja en gran medida los juicios que se están haciendo sobre el impacto del Brexit en Reino Unido.

Las proyecciones de los salarios y los precios de importación implican una continua debilidad en el crecimiento de los ingresos reales de los hogares durante el período de previsión. Por consiguiente, se prevé que el crecimiento del consumo se mantendrá moderado, lo que afectará al crecimiento del PIB inglés.

Actuando en contra de eso hasta cierto punto, el crecimiento global sigue siendo fuerte y el tipo de cambio más bajo apoya el comercio neto. Esto ayuda a apoyar la inversión del Reino Unido por parte de las empresas del sector transable durante el período de previsión, compensando en parte la incertidumbre continua en torno a los efectos del Brexit. En general, la actividad en el Reino Unido se recupera de las tasas actuales para crecer a un ritmo modesto durante todo el período de previsión.

También es probable que la productividad, en términos de costes laborales, esté influenciada por las expectativas de las compañías y los preparativos para Brexit. Por ejemplo, si se espera que los acuerdos comerciales sean menos abiertos durante un período, es probable que la necesidad resultante de algunas empresas de reorientar sus modelos de negocio pesen un poco sobre el crecimiento de la productividad. En general, se espera que el débil crecimiento de la productividad reduzca el crecimiento de los salarios en relación con las tasas observadas antes de la crisis financiera.

Por lo tanto, las perspectivas mundiales apoyan a los exportadores del Reino Unido. Muchos también se están beneficiando del nivel más bajo del tipo de cambio de la libra esterlina, que aumenta la rentabilidad de la exportación. La proyección incorpora un cierto efecto de la perspectiva de Brexit que pesa en las exportaciones mientras que las compañías aquí y al exterior comienzan a ajustar relaciones comerciales antes de que el Reino Unido abandone la Unión Europea. Esto también influye en los flujos de importación, que se ven más afectados por el mayor coste de las importaciones.

Lamentablemente y para sorpresa de algunos –entre ellos el mismo Banco de Inglaterra- la bonanza económica y el “efecto positivo” del anuncio del Brexit que se extendió a lo largo del 2016 ha llegado a su fin, y ahora es cuando la economía inglesa empieza a hacer estragos y a notar una clara desaceleración con mucha incertidumbre.

¿Seguirá lloviendo a gusto de todos?